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El teatro que es como un gran espejo en los que en los que todos deberíamos mirarnos de vez en cuando para practicar el más sano de los ejercicios: el de la autocrítica.

Para reírnos de nuestros defectos, para aprender de nuestros errores, para recordar el pasado o imaginar el futuro. Para llorar con nuestras tragedias y dejarnos llevar por nuestras pasiones.

Porque unos ojos perfilados ven mucho más lejos. Porque con la piel maquillada se siente de otra manera. Porque una cabeza con peluca es mucho más lúcida y porque unos labios pintados besan mucho mejor.

Sí, puede que los actores estamos completamente locos, pero ¿quién en su sano juicio no necesita un punto de locura?

Viva la locura y todos los que participan de ella.

Viva el teatro y todos los que se miran en él.

 

¡Viva la locura del teatro!

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